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Radio sólo debería escribir Radio Radio las cosas que han sucedido. Y ese profeta tuyo, ¿cuándo vivió? Hace alrededor de mil años. La gente Radio La gente escribe las cosas que le han sucedido. Nada más. ¿Sabes cómo se llama eso? Historias. Sí, Mr. Clay. Una vez oí una historia. Fue en el barco que me trajo a China. Un marinero le contó a los otros algo que le había pasado a él. Les contó Radio Radio una historia. El marinero paseaba solo cerca del puerto, cuando se le acercó un carruaje y un caballero muy rico le dijo: “Eres un marinero muy apuesto.” “¿Quieres ganarte guineas?” Naturalmente el marinero aceptó. El anciano le llevó a su casa, le invitó a cenar y a beber Radio Radio y le dijo: “Soy muy rico Radio ” Radio y muy viejo también. “Desconfío de las personas que heredarán Radio ” Radio lo que he ahorrado en toda mi vida. “Hace tres años Radio ” Radio me casé con una mujer muy joven. “De nada me ha servido. “No tenemos hijos.” Con su permiso, Mr. Clay, yo también puedo contar esa historia. ¿Qué dices? El anciano llevó al marinero Radio Radio a un dormitorio iluminado con Radio Radio candelabros de oro macizo. ¿No fue así, Mr. Clay? En él había una cama, y en la cama, una mujer. El caballero sacó de su bolsa Radio Radio una moneda de oro Radio Radio de guineas, Mr. Clay, y se la entregó al marinero. ¿Cómo conoces esa historia? En su viaje a China, Mr. Clay, sólo viajó en un barco Radio Radio y por eso sólo la ha oído una vez. ¿Qué tiene eso que ver con mi historia? Desde Gravessen a Lisboa Radio un marinero de mi barco Radio Radio contó esa historia. Camino de Singapur, otro marinero me la repitió. La historia que cuentan nunca ha sucedido. Por eso la cuentan. Nunca sucederá, Mr. Clay. No me gustan las profecías. Sí, Mr. Clay. Buenas noches, Mr. Clay. Detesto el engaño, no me gustan las profecías. ¡Quiero hechos! Si esa historia nunca ha sucedido Radio Sí, Mr. Clay. Quiero que suceda ahora, en la vida real. Con personas reales. Sí, Mr. Clay, con personas reales. ¿Dónde quiere que suceda? Aquí, en mi casa, quiero verlo con mis propios ojos. Cenaré con el marinero en el comedor. Quiero escogerle personalmente. Cerca del puerto Radio Habrá gastos Radio Sí, eso le costará algún dinero. Recuerde que en la historia hay una mujer, y no creo que pueda encontrar una mujer joven. Te pago para hacer ese trabajo. Tu obligación es buscarme a esa mujer. Sí, Mr. Klein. Elishama podría haber resultado un personaje muy peligroso. Pero la ambición, o cualquier clase de deseo, habían sido extirpados de forma radical de su ser. Era como una especie de insecto difícil de aplastar Radio Radio incluso con el tacón de una bota. Sin embargo había algo, que aún no podemos contar, agitándose en los recovecos tenebrosos de su mente, como los peces de aguas profundas. Sólo tenía una pasión: La soledad. Su alma sólo conocía un deseo, entrar en su pequeña habitación y cerrar la puerta, con la certeza de que nadie en el mundo Radio Radio podía seguirle hasta allí. Al día siguiente ya había pensado Radio Radio quién sería la heroína de la historia. Se llamaba Virginie Radio Radio y era la amante de otro empleado de Mr. Clay, un joven llamado Simpson. ¿Charlie? ¿No lo recuerda? Él me pidió que le comprara un chal Radio Radio y yo le traje varios para que pudiera elegir. Sí, Charlie no quería que le vieran en las tiendas Radio Radio comprando prendas femeninas. Podría llegar a oídos de su familia en Europa. Por eso le envió. Supongo que usted no tendrá familia en Europa. ¿Cómo se llama? Levinsky. Elishama Levinsky. No voy a preguntarle qué quiere de mí, ya me lo dirá cuando lo desee. Si conoce a Charlie, supongo que trabaja con él en esa oficina, la del viejo americano. Sí, miss Virginie. ¿Cómo está el viejo? Dicen que está enfermo. Se encuentra mal, miss Virginie, ya no sale de casa. ¡Estupendo! ¿Se va a morir? ¡Oh, no! Aún le quedan fuerzas para trazar nuevos planes. Con su permiso, le contaré uno de ellos. Odia lo fingido, le molestan las profecías. Le encantan los hechos. ¿Hechos? Sí, pero hace años oyó una historia en un barco. Un marinero solitario caminaba cerca del puerto, cuando se le acercó un anciano muy rico en su carruaje Radio y le dijo: “Eres un marinero muy apuesto. “¿Quieres ganarte guineas esta noche?” Eso fue en Penan. Sí. No aquí, en Macao. Me la contó un amigo mío, un capitán mercante inglés. Le sucedió a un marinero que conoció en su primer viaje. Miss Virginie, esta historia puebla los barcos. Todos los marineros la han contado. Y se habría quedado en el mar, sin tocar tierra, de no ser por Mr. Clay. Se ha empeñado en que ocurra aquí. ¡En la vida real! ¡A personas reales! Para que haya un marinero en el mundo Radio Radio que pueda contar la historia, desde el principio al fin, tal y como a él le sucedió. Si quiere montar una comedia, una comedia con el diablo, que se las apañen solos. ¿Qué tengo yo que ver? ¡Eso! ¡Una comedia! Había olvidado la palabra. En la comedia de Mr. Clay hay tres personajes. Él mismo interpretará al anciano, y al marinero Radio Radio lo elegirá personalmente en el puerto. Pero si su capitán mercante le ha contado Radio Radio esta historia, miss Virginie, también le habrá dicho que además de esos dos, interviene una hermosa joven. Por encargo de Mr. Clay Radio Radio estoy buscando a esa joven. Si interviene en nuestra historia hasta el final, Mr. Clay le pagará guineas. El viejo Clay tiene extrañas ideas sobre la comedia. En el teatro los actores fingen matarse, morir, o acostarse con sus amantes, pero no hacen realmente nada de eso. Su amo es como el emperador romano, Nerón, que echaba personas a los leones. ¿Sí? Sí. Por pura diversión. Pero luego no ha vuelto a hacerse. ¿Era el emperador Nerón muy rico? Era dueño del mundo. ¿Y eran buenas sus comedias? Supongo que a él le gustaban. Pero hoy en día, ¿dónde encontraría a los actores? Si era dueño del mundo encontraría los actores. ¿Cuánto le paga? ¿Treinta monedas de plata? Soy empleado de Mr. Clay. Trabajo única y exclusivamente para él. Pero usted, miss Virginie, puede ir donde quiera. Sí, creo que sí. Sí, eso cree usted. Y ha podido ir toda
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