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“Pues espérate”. No, ya todo mundo sabía la película, del espectá. [entrevistador] ¿Quién eres? [mujer] ¿Quién soy? [entrevistador] Sí, ¿quién eres? Soy María Teresa Hernández Cañas. Soy, este… actualmente, una oficial de policía. Llevo años de servicio en la corporación. Y… ¿qué más te puedo decir? [entrevistador] ¿Cuántos años tienes? Treinta y cuatro. Tengo años. [entrevistador] Oye, cuéntame, este… ¿qué… qué les implicó, qué les significó este evento de las motos? Pues nos implicó los problemas que traemos arrastrando hasta ahorita. Aparte, pues mira, nos bajaron de una patrulla. Y a nosotros se nos hacía que no se valía. Por cumplir con nuestro trabajo… pues era un mal pago, ¿no? Pero lejos del mal pago, yo decía que… pues para mí, de mi parte, me sentía como defraudada, ¿no? [entrevistador] ¿Cómo te llamas? No me has dicho cómo te llamas. [hombre] Soy José de Jesús Rodríguez Hernández. [carraspea] Mejor conocido como Montoya, en la vida pública. [entrevistador] ¿Ahí se acabó “la patrulla del amor”? Ahí, prácticamente, se acabó la patrulla del amor, ¿no? Lejos de que fuera la patrulla del amor, pues hacíamos nuestro trabajo, ¿no? Pero sí empezó a haber, este… bastantes recargones contra nosotros, ¿no? Represalias. A Montoya lo pusieron parado más de un mes en Periférico y San Antonio. Arriba del puente, donde no pasaba nada. A Teresa, al grado de que la quisieron suspender, ¿eh? La amenazaron y la amedrentaron en la secretaría. La querían obligar a que firmara su baja. Y ahí empezó un martirio, Alonso, ¿eh? A mí me mandan como cuatro colonias más lejos. Y me dejan parada ahí en una calle donde no pasaba… No tenía un índice delictivo. No había un baño, no había qué comer. Volvimos a hablar con el comandante y dijimos: “¿De qué se trata? Nos quitaste la patrulla. Ya nos estás mandando a pie de tierra, castigados. ¿Cuánto tiempo será?”. Decía: “No es cuestión mía, sino del mando, así lo ordenaron. Hasta que revienten”. [Montoya] Y así me lo dijo el jefe… “A ti te voy a cambiar, pero a ella la voy a tener hasta que la reviente”. Le digo: “Pues reviéntala y voy a venir por ti.

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